Examinando por Autor "Vargas, Gustavo Adolfo"
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Publicación Acceso abierto Apuntes sobre ‘El Eskimal y la Mariposa’ de Nahum Mont(2011-05-31) Vargas, Gustavo AdolfoPublicación Acceso abierto El castigo en nuestras manos(2011-05-31) Vargas, Gustavo AdolfoPublicación Acceso abierto Expresión, Abril 2008(2011-05-31) Vargas, Gustavo Adolfo; Ramírez, Sebastián; Tobar, Ana Cristina; Cristancho Ossa, Fabián; Caro Morales, Agustín MateoEl escándalo de la parapolítica no deja de ser noticia, ya tiene entre manos a 31 congresistas detenidos por órdenes de la Corte Suprema de Justicia y cada día parece ser el inicio de una lista sin fin. Incluso hay 32 congresistas más en investigaciones preliminares. Sin duda alguna, Colombia está pasando por una crisis institucional; los vínculos descubiertos entre la política y los grupos armados ilegales permiten constatar la debilidad del Estado colombiano, dejando en entredicho, una vez más, la credibilidad del país a nivel internacional. Uno a uno van desfilando los dirigentes políticos, desde el Congreso hasta la cárcel, sin importar si están ejerciendo un cargo o si por el contrario ya no hacen parte de este gremio, como es el reciente caso del ex presidente del Senado, Mario Uribe Escobar, primo del Presidente Uribe. Este hecho ha desatado toda clase de debates, injurias y acusaciones, no sólo por sus vínculos con la parapolítica, sino por la manera en que pretendía huir de sus responsabilidades. En medio de este panorama de incertidumbre y desesperanza, en términos políticos, la Corte Suprema de Justicia hace su aparición y como la más alta instancia judicial ha dado una voz de aliento ante el escepticismo que respira el país a la hora de hablar de justicia. Escepticismo que se consolida en la misma medida en que los casos de corrupción se van ventilando. De hecho, la Corte Suprema es quizás la única institución que ha demostrado firmeza ante la altanería del Presidente Uribe y está dispuesta a continuar en su labor de desmantelar a aquellos dirigentes que hacen parte de este juego paramilitar, sin importar si rompe los intereses de grandes personalidades del país. De esta manera busca que cada quien asuma la responsabilidad de sus hechos sin temor de herir susceptibilidades. En este contexto, la propuesta por parte del Gobierno de crear un tribunal especial que juzgue al Presidente, a los congresistas y a los magistrados de las altas cortes, justo en el momento en que la Corte Suprema de Justicia está llamando a rendir cuentas a congresistas involucrados en la parapolítica, deja ver la intención por parte del mandatario de crear estratégicamente instituciones que vayan con los intereses políticos de ciertos grupos. ¿Será que la reforma es la manera más sensata de asumir esta responsabilidad política? ¿Ésta es la manera de demostrar que Colombia es un Estado de Derecho? Ante panoramas como los ya descritos, es importante apoyar fielmente las investigaciones que está liderando la Corte Suprema de Justicia, ya que buscan esclarecer las vinculaciones de políticos no sólo con paramilitares sino también con el narcotráfico y la guerrilla, de esta manera comprobar que Colombia es un país de derecho no sólo porque está incluido en un discurso, sino porque se demuestra con hechos.Publicación Acceso abierto Expresión, Noviembre 2008(2011-07-25) Cristancho Ossa, Fabián; Bedoya, Liceth Juliana; Toro Monsalve, Juan Manuel; Loaiza, Katherine; Jiménez Rodríguez, Jorge; Aguilar Correa, Esteban; Hincapié, Francisco Javier; Vargas, Gustavo AdolfoLos economistas hablan de un término que para cualquiera suena como a juego de niños. Pero no es para nada una diversión. De hecho, se ha convertido en el dolor de cabeza de millones de personas, además de acentuador de múltiples injusticias sociales, en un planeta de por sí bien injusto. Se trata de las burbujas económicas. Estas pompas de jabón, para explicarlo en términos mundanos, se presentan en el mercado financiero cuando se negocia a valores muy por encima de los valores intrínsecos, o sea, de los valores reales. Esto quiere decir que se inflan los precios a la espera de hallar tontos que los compren y estos, a su vez, los vendan a otros más tontos. Hasta aquí todo parece un simple juego especulativo de comisionista novato. Lo grave es que el último tonto, que por supuesto pierde todo su capital, arrastra a los demás integrantes del mercado y se inicia un efecto dominó que, con las actuales tecnologías de la comunicación, se convierte en una pandemia en cuestión de horas. Peor que el más terrible virus informático, todos los mercados del planeta quedan “infectados” de manera casi mortal… y en cuestión de minutos. Estas burbujas, cuyo ejemplo más cercano lo está viviendo el mundo en la actualidad, se remontan a varios siglos atrás. Incluso, algunos ubican la primera de ellas en el siglo 17, cuando la especulación con los tulipanes holandeses arruinó a miles de inversionistas y, por supuesto, al pueblo holandés, que apenas se reponía de una plaga de peste bubónica. ¿Pero a qué viene todo este prólogo? A dar por sentado un principio que se niega de manera reiterada por el sector financiero: su juego de especulación se pasa por alto la ética y cualquier norma moral, todo en el afán de ganar mucho dinero y de manera fácil. Con el agravante de que los verdaderos perdedores somos todos, incluso aquellos que en la vida han tenido un peso para comprar una acción del más pequeño valor. Además, los tradicionales valores se convierten en “valores… bursátiles”. De este modo las Bolsas, con el consentimiento o indolencia de los gobiernos, se convierten en fiel exponente de un orden mundial en el cual el capitalismo salvaje es la consigna. Eso sí, a la hora de la bancarrota, las pérdidas se socializan, terminando con la intervención de ese mismo Estado que antes era indolente, pero que enfrentado a la crisis de los grandes actúa rápido y disponiendo de nuestro dinero para así beneficiar a unos pocos. La excusa, como siempre, es que si no se actúa de esa manera la bancarrota será general. Mientras tanto, en lujosas oficinas de Wall Street o del piso 90 de una torre en Hong Kong, hombres y mujeres radiantes festejan haber podido salvar sus fabulosas fortunas, sin importar que al día siguiente centenares de países anuncien recortes en el empleo o en la inversión social, esa misma que no da plata, pues apenas sirve para salvar pobres. Y de pobres no se trata este gran negocio llamado mundo.